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Apocalipsis 1865: Capítulo 5

CAPÍTULO 5


Son las ocho y media de la noche. Al general Philipp Sheridan le gusta observar el firmamento antes de ponerse a trabajar en el experimento. Observa que el sol comienza a descender y que el comienza a teñirse cielo de un color rojizo.
Disfruta con cada bocanada de aire que aspira y comprueba que está perfumado por un conjunto de rosas, a las que él suele llamar: "pétalos divinos". 
Permanece en silencio, quieto, mirando el paisaje que tiene delante suya. Es un panorama lindo y apacible, bajo un cielo que parece salir de un lienzo hermoso, dibujado por un pintor fabuloso.
Philipp mira a su alrededor, echa en falta hogueras, y luces en los alrededores. Sabe perfectamente, que los humanos están desapareciendo (si no lo han hecho ya), y todo fue por un plan que no logró funcionar. 
Echa un último vistazo al paisaje, suspira profundamente y se prepara para trabajar.

Mi respiración comienza a dificultarse a cada paso que doy, siento que mis músculos parecen paralizarse por esta situación y noto como un reguero de sudor comienza a descender mi frente. 
De buenas a primeras noté la humedad de aquella casa, de la asolación de la casa y de la penumbra que poseía en esos instantes.
Unas escaleras, me llevan hasta la planta superior de la casa, y empiezo a subirlas lentamente. Intento no hacer ruido, pero los escalones me delatan, produciendo crujidos.
El horrible hedor a putrefacción logra que mis ojos lloren, y que sienta un amargo sabor a bilis en la garganta.
Unos pasos comienzan a oírse en la planta de arriba, son lentos y pegajosos. 
Tengo un mal presagio, y no sé si voy a aguantar lo suficiente para librarme de la criatura que se acerca. Mis piernas comienzan a temblar y caigo de rodillas sobre el escalón.
"Se acabó" pienso.
La criatura emerge del pasillo superior de la casa y me avista en la escalera. Sabe que estoy allí. Estoy indefenso, débil y aterrado. No puedo hacer nada en estos instantes. Me cuesta respirar y no sé si podré aguantar más sin desmayarme.
La combinación del lugar con la de la criatura, y la expresión de su rostro hacen de estos segundos un cuento de mucho miedo.
Nunca he sentido tanto terror en mi vida. Necesito irme de esta casa, salir y correr. 
Pero, no puedo hacer nada. 
El fusil cae al suelo, y tengo la sensación de que mi cuerpo se paraliza, y que no puedo controlarlo.
Creo que voy a morir en cuestión de segundos, incluso décimas de segundo, pero no puedo hacer nada por impedirlo.
El No Muerto lanza gemidos roncos y alza las manos para cogerme. 
De repente, todo se vuelve negro. Oigo un disparo en la lejanía y noto que mi fin está cerca, muy cerca.

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