La escapada
- ¿Preparado? - me dijo Fred - ¡Lánzalo!
Empecé a darle vueltas al juguete, era un mono, con unos platillos y detrás suya estaba el mecanismo para que funcionara.
- Venga.
Dejé de darle vueltas a la cuerda y lo lancé a la calle, con todas las fuerzas que tuve.
Oímos el impacto del juguete. Los cadáveres dejaron de golpear la valla que nos separaba de ellos, y fueron a el juguete. Podíamos oír el sonido de los platillos al golpearse entre sí, ese sonido atraía a los No Muertos, pero no dudaría mucho tiempo.
- Coge el revólver, Jason...
Hubo una breve pausa, escuché las pisadas lentas de los No Muertos, arrastrándose hacia el objeto.
- Espera - me susurró -, espera...
Tras otra pausa.
- ¡Ya!
El militar abrió la puerta que daba a la calle. Al salir, vi que más de un centenar de No Muertos iban hacia el objeto, se sentían atraídos por cualquier sonido, sea cual sea.
Es una norma básica para sobrevivir en este mundo, es imprescindible.
De repente, un zombi levantó el juguete y lo tiró al suelo. El sonido desapareció, los No Muertos se quedaron mirando el objeto. Y alzaron la cabeza y allí estábamos nosotros. Empezaron a andar lentamente mientras nosotros corríamos lo más rápido que podíamos.
Entonces un zombi se cruzó en el camino del militar, este al verlo sacó de su bolsillo una navaja y con una rapidez increíble, el cuchillo atravesó el lóbulo frontal de la criatura.
- Y ahora que, creo que no voy a poder diagnosticarle, doctor... - dijo Jason, mientras se reía.
El zombi se desplomó tras recibir el tajo. Fred se agachó para quitar la navaja del cráneo de aquel hombre, al parecer, por su vestimenta, fue doctor, y por su placa se llamaba John, Doctor John Fox. Podría tener, arriesgadamente, unos 50 años, era un tipo canoso y robusto. Sus ojos eran blancos, no había ni el menor indicio de cómo habían sido antes de morir. La boca del doctor estaba totalmente descuartizada, de ella sólo fluía sangre.
El militar se levantó sonriendo y me dijo.
- Jason, me encanta matar zombis.
Por su carácter, estaba muy contento, como había dicho antes, matar No Muertos era un hobby para él. Sentiría placer. Yo en cambio, sentía repugnancia hacía los cadáveres andantes, para mí no era una diversión, era una tarea para sobrevivir, era la supervivencia en este nuevo mundo, si no matas mueres, es otra regla.
- Venga, tenemos que llegar al campamento antes de que anochezca - le dije - no quiero estar de noche en peligro.
Seguramente el militar me hubiera contestado:
- Pues a mí no me importa si nos quedamos de noche en otro sitio, mientras pueda matar zombis...
Pero no lo hizo. Muy raro por su parte. Entonces le miré, estaba matando a lo que quedaba de un zombi. Se arrastraba y le faltaban las piernas, tenía medio cuerpo. Podían verse sus intestinos, que se arrastraban, dejando las marcas de sangre en el pavimento de la calle. El militar estaba aniquilándola, le estaba clavando la navaja en el cráneo.
Me paré para observarle.
- ¡Fred! - le grité.
El militar me miró y se levantó corriendo hacia mí.
- Disfruto haciéndolo - me dijo.
Seguimos corriendo. A nuestras espaldas, nos seguían más de dos centenares de No Muertos, estaban ansiosos por comernos y si nos cogían terminarían con nosotros en poco tiempo.
- ¿Y si subimos a un coche? – le pregunté, mientras corríamos - ¿Eh?
- ¿Estás cansado?
- Sí, lo est…
De repente, noté que algo me atravesaba el pecho, me desvanecí enseguida y sentí que alguien me arrastraba…
Capítulo 3
7:44 |
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario