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Capítulo 15


Tripas


Antes de salir, escuché atentamente. Las pisadas lentas y pegajosas, sobre la calzada y los gemidos.
Posé la mano izquierda sobre el pomo de la puerta y empuñé con la otra mano la navaja.
Tragué saliva una vez más y abrí la puerta. La luz que provenía del exterior me cegó unos instantes, hasta que me acostumbré a la visión.
Afuera, había cinco No Muertos, que ya me habían visto y se dirigían hacia mí. A mi izquierda, se elevaba un pequeño monte dónde estaba el campamento.
Todos me estarían esperando, a mí y a Fred. ¿Estarían preocupados con nosotros? ¿Y mi hijo? ¿Lo estaría? ¿Cómo se sentiría Betty? ¿Qué habría pasado durante estos días en el campamento? ¿Habría acechado algún que otro zombi?
Empezó a correr hacia la izquierda, esquivó a los No Muertos que estaban en la calle con una gran agilidad. Llegué al final de la calle y giré a la izquierda.
Seguí corriendo, pero de repente, me rodearon eran más de un centenar. Me giré, para regresar a la calle anterior, pero los zombis venían hacia mí.
- Mierda.
Empezaron a gemir, alzaron los brazos y se dirigieron hacia mí. Empuñé la navaja, y se la clavé al No Muerto más cercano a mí.
Este escupió y una sustancia viscosa por la boca, era de un color marrón muy pegajoso.
El cadáver se desplomó y cayó sobre mí. Me derrumbé junto a él, intenté quitar la navaja, pero un No Muerto, que se arrastraba me cogió del pie. Aquel zombi, carecía de la parte inferior de su cuerpo.
Saqué, vertiginosamente, la pistola de mi cinturón y disparé al No Muerto. Un pequeño agujero apareció en su frente, sus sesos se esparcieron sobre la calzada y los cadáveres andantes, que cada vez eran más.
El disparo atraería a más. Debía de darme prisa, si no quería acabar cómo alimento de los zombis. Me levanté, y miré a mí alrededor. Tendría que haber algún sitio, para esconderme de aquellos No Muertos.
De repente, algo me agarró del hombro, y tiró hacia atrás. Me giré, apresuradamente, y esquivé la dentellada de aquel zombi, me agaché y le disparé en la garganta. La bala, destrozó el cerebro y falleció en seguida.
Estaban cada vez más cerca, a menos de diez pasos de mí y me quedaban 6 balas.
Ya había gastado dos, y aún tenía que llegar al campamento. Sólo tenía la Makarov. Un arma. Más de un centenar de zombis. Y cada vez eran más.
- Hijos de perra.


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1 comentarios:

Edwin Nájera dijo...

Hola! Te pido disculpas, he estado en periodo de buscar cuartos y he estado fuera de la ciudad por varios días, y claro! Publicaré el link de tu blog en el mio! Esta noche volveré a salir de la ciudad, pero cuando vuelva, prometo leerme tu blog ;)
Saludos compañero!!! Que estés bien

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