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Apocalipsis 1865: Prólogo


Abril 1865 d.C, Dinwiddie County, Virginia, EE.UU. (Guerra Civil Americana)

Estados Unidos es diferente hoy en día.
El comienzo de la guerra civil lo ha cambiado todo y también lo hizo su final.
No fue una guerra cualquiera, sino una guerra apoteósica, no fue normal lo que sucedió en aquellos años de batallas constantes, fue algo que llegó a cambiar el mundo entero.
Todo empezó en Diciembre de 1860, cuando los americanos comenzaron a temblar. Pero, ¿porqué?... Por una desunión entre los estados del norte y el sur.
Cuando Abraham Lincoln fue elegido como nuevo presidente de Estados Unidos (gracias a un programa que combatía la esclavitud) muchos habitantes del sur creían que pondría poner en peligro su institución, que para ellos significaba su clase de vida.
Los líderes sureños temían que Lincoln detuviese la expansión de la esclavitud para llevarla a la extinción, esta propuesta del nuevo presidente desencadenó completamente la desunión entre los estados del sur y el norte.
Durante la guerra civil tuvieron lugar más de 10.000 enfretamientos, de los cuales se registraron el 40% en Virginia y Tennesse.
La última batalla no llegó a registrarse ya que fue la principal causa de la catástrofe que estuvo a punto de terminar con la raza humana.

El mes de Abril en Dinwiddie County, Virginia es frío, el sol es una esfera en el cielo que sólo aporta luz a la población, y que intenta despedir el suficiente calor para satisfacer a sus habitantes.
El verde de su hermoso paisaje, convinado con el sol resplandeciente enmarcado en un maravilloso cielo desteñido hacen de Virginia un lugar mítico e insuperable.

Ahora, Virginia ya no es lo que era antes, se echa en falta el sonido de los niños jugando, el alboroto cuando corren por el campo, y más allá del bosque los silbidos del hacha al entrar en contacto con el tronco de un árbol.
La guerra lo ha cambiado todo.

John volvió recargar su fusil comblain y disparó nuevamente, una nube de pólvora emergió del arma y la bala atravesó el pecho de un soldado de la Confederación.
Aquel día parecía que iba a cambiar el maravilloso paisaje, pues los relámpagos se oían cada vez más cerca. A lo lejos, una columna de humo ascendía hacia el cielo, y unas nubes comenzaban a descargar una intensa y húmeda lluvia.
A su lado, un cañón disparó y una gran bola de hierro emergió de ella, como si fuera una pequeña bala, rápida y efectiva. La pierna de un soldado del ejército contrario se despegó de su cuerpo, al igual que un títere al tirarle de su pierna. Su grito, casi inaudible, se mezcló con los disparos de los fusiles y una bala perdida se incrustó en su corazón, que dejó de palpitar al instante.
Recargó otra vez, y disparó a un hombre que estaba subido en un caballo, que cayo en seguida rompiéndose la pierna.
La Confederación comenzó a ganar terreno y obedecía a las órdenes de su general: avanzar y matar.
De repente, John se dio cuenta de que un cadáver era sacudido por un espasmo, y que alzaba los dos brazos al mismo tiempo.
Él se disponía a disparar a aquel cadáver cuando oyó una voz a su espalda:
- ¡Retirada!
Era el general Philip Henry Sheridan, era un hombre con una gran experiencia en combate. John se giró y observó detenidamente el rostro de su oficial, notó que este sonreía levemente, pero no le dio mucha importancia.
- ¡Retirada! - volvió a gritar.
Mientras tanto, el ejército contrario era engullido por una marea de cadáveres que parecían haber vuelto a revivir.
John comenzó a correr, de repente, notó como algo le cogía del pie. Era un soldado, le faltaba la parte inferior de su cuerpo, y podia verse sus intestinos.
- ¡Ahhh!
Cayó al suelo y también lo hizo su fusil. El No Muerto comenzó a arratrarse hacia John, mientras él avanzaba hacia atrás (pero, ¿qué le pasaba?). En su cara, apareció una expresión de terror (¿Porqué tenía miedo hacia aquella criatura?), de perplejidad (¿Porque le faltaba la parte inferior de su cuerpo y aún se seguía moviendo?) y de asombro.
- ¿Qué haces? - preguntó.
El soldado anteriormente había formado parte de su ejército, pero no parecía darse cuenta de aquel minúsculo, aunque importante, detalle y intentaba atraparlo.
El oficial parecía preso de una posesión infernal, que le impedía emitir ninguna palabra, sino un gemido ronco e infernal. Ni parecía comprender que hacía, al igual que una marioneta controlada por alguien.
John sacó una pequeña navaja, que tenía escondida en uno de sus bolsillos en casos de emergencias, y seccionó la mano de la criatura.
Dejó caer el brazo de la bestia, y esta no sintió el dolor que produce que te corten el brazo. No apareció ninguna mueca en su rostro de dolor, y como un automata siguió hacia él.
- ¡Soy de La Unión! - gritó, temeroso.
Siguió arrastrándose, mientras tanto un trueno bañaba el cielo de un color azulado y brillante. La cara de la bestia se iluminó y John parecía que iba a paralizarse por aquella visión.
- ¡Vete! - gritó.
No obtuvo respuesta alguna de aquella criatura, que parecía estar cada vez más enfadada.
Inesperadamente, una mano se posó en el hombro del soldado, y sintió como le mordían el cuello. Lo siguiente que recordó fue que varios cuerpos se comían sus intestinos.

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